17 de mayo de 2024

Una buena idea

Escribiendo cuentos no
existen las buenas ideas.
Existen los cuentos que se escriben.

16 de mayo de 2024

Monstruos. Claire Dederer.

Este es un debate que hemos tenido muchas veces. Lo tuve en su momento con Raskolnikov y con todos los Allen-Polanski de sobremesa. Leyendo el principio del libro he entendido mejor el problema de la mano de una Claire Dederer súper divertida. Desde "las obras no se disfrutan en el vacío" en lo reference a ceñirse al valor de la obra, la mancha de la biografía, J'Accuse al monstruo que altera nuestra capacidad de entender la obra por sí misma, el juicio hacia el pasado como si tuvieras una moral superior, la fascinación por lo maligno del genio pero también el perdón y la recuperación en "somos mejores que lo peor que hemos hecho". Una de las cosas que más me han gustado de este ensayo es el giro hacia lo humano desde lo artístico. El libro se abre con una cita de Clarice Lispector: "Quién no se ha preguntado alguna vez: ¿soy un monstruo o esto es ser una persona?". La monstruosidad es un reduccionismo, somos mucho más que eso y también: todos somos un poco monstruos. Dederer se sincera con el reconocimiento en primer lugar de su propia monstruosidad (temazo de las madres abandonadoras, maternidad-creación, etc). La cultura de la cancelación es salvaje, es una extensión del resultado de usar nuestra moral principalmente para comprar/consumir o no cosas y "carece de sentido como gesto ético". He disfrutado muchísimo. Al final 'Monstruos' es una búsqueda en la que nos sentimos identificados por la pasión de Dederer por los libros("La lectura era mi vocación, si es que una vocación es lo que se hace cuando nadie te obliga a rendir cuentas."), el cine, la música pero sobre todo es un profundo abrazo al amor humano y a sus contradicciones.


¿Qué hacemos con el arte de los hombres monstruosos? Esa pregunta no es más que el mosquito que da vueltas alrededor del monolito de la pregunta verdaderamente importante: ¿qué hacemos con las personas monstruosas a las que queremos? [...] Hablamos de un problema mayor: (d)el problema del amor humano. La pregunta de qué hacemos con el arte es una especie de experimento o de ensayo general del problema real, de la verdadera pregunta, la de cómo es querer a alguien terrible.
 
El amor no depende del criterio, sino de la decisión de dejar el criterio de lado. El amor es anarquía.
El amor es caos. No queremos a quien lo merece; queremos a seres humanos defectuosos e imperfectos, en una lógica emocional que pertenece a un sistema meteorológico completamente distinto al clima helado de la razón.
 
 
Intentamos promulgar una moralidad utilizando nuestro sentido crítico al comprar cosas, pero nuestro sentido crítico no nos hace mejores consumidores, solo hace que estemos más atrapados en el espectáculo, porque creemos ejercer algún control sobre él. ¿Y si en lugar de eso aceptáramos la falsedad del espectáculo entero? 
 
Todo buen artista sabe que las mejores obras requieren despojarse en cierta medida del yo. Exigen que vayas, eches un vistazo a tu alrededor, traigas de vuelta algo que quizá incomode a los demás, y lo escribas. […] Porque el gran escritor sabe que los sentimientos más terribles no tienen nada de excepcionales. El gran escritor sabe que incluso los pensamientos más oscuros son banales. 

'Monstruos', Claire Dederer. Trad. Ana Camallonga. Península, 2023. 300 páginas.

14 de mayo de 2024

Para muy cafeteros, Joe (1)

Necesito iniciar una correspondencia urgentemente, volver a lo de antes, incluso aunque no fuera mío. ¿Qué te parece? Una especie de termómetro que podemos intercambiar. Creo que estos días nos traen una tregua con el calor, menudo aviso, ayer ya con sandalias.

8 de mayo de 2024

7 de mayo de 2024

Mi libro madre, mi libro monstruo. Kate Zambreno

Mi madre se levantaba a las cinco de la mañana para empezar con las tareas del hogar. Y también, creo, para estar sola.

En "Book of Mutter" como se titula originalmente y que hace referencia a un juego de palabras entre madre-balbuceo-murmullo, Kate Zambreno busca a su madre. Busca a su madre, la quiere, la odia, ahonda en el misterio de su madre como madre, mujer, esposa, persona pero sobre todo hace un trabajo de arqueología de sentimientos, de recuerdos y pistas sobre su madre ("el teatro abandonado de mi mente"). Esto lo acompaña de un "rastreo de conexiones" con referencias cinematográficas ("necesito películas para completar su trasfondo"), artísticas y literarias ("ese excarbar entre escombros que es la lectura") haciendo asociaciones libres con su propia historia. El libro, porque no es una novela o memorias ("Intenté hacer de su madre. Intenté hacer de su madre cuando ella no hacía de madre.") o ensayo o poesía, a fragmentos y pinceladas ya es dura, se nota en sus propias dudas sobre esta investigación o las paradas y vueltas al texto. Me ha parecido muy creativo la forma de intentar contener, fracasando constantemente (como un murmullo o un balbuceo) en cada página pero con éxito entre tapa y tapa.

En el bolso:
un clínex usado
una muestra de crema de manos
una cartera sin dinero
hebras de tabaco marrón en el fondo
ningún espejo

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Si escribir es un modo de coleccionar, incluso de acumular recuerdos, ¿qué quiere decir entonces desear renegar de ellos al mismo tiempo?


'Mi libro madre, mi libro monstruo', Kate Zambreno. Trad. Carlos Bueno y Violeta Gil. La Uña Rota, 2022. 222 páginas.

29 de abril de 2024

El sótano. Begoña Huertas.

A veces uno no sabe qué quiere. Por suerte, es mucho más fácil saber lo que no se quiere y entonces se avanza, inevitablemente, aunque sea a ciegas. No ir por ciertos caminos te lleva sin darte cuenta a crear uno propio. En otras ocasiones ni siquiera eso se sabe. Yo no llegué a ese lugar después de duras negociaciones conmigo misma ni tampoco impelida por un deseo irrefrenable. No lo hice para lograr ningún fin determinado.

La protagonista, enferma, en una clínica de lujo rodeada de un ambiente que no es el suyo pero desde el que recuerda. Al principio tengo que decir que tuve mis reticencias con la manera en que describía, pero el siguiente plano reflexivo me atrapó. En la ensalada Huertas tenemos enfermedad, muerte, el cuerpo, el conformismo, la libertad y detrás de todo una cicatriz. Me ha caído bien la protagonista, su conformismo, sus dudas, su parálisis corpórea pero activa mentalmente, que de alguna manera hace de albacea de Begoña ya que es una novela póstuma. No pasa gran cosa, pero pasa de todo, acompañado al final de la novela que no escribió en forma de enigmáticos collages. Encontrar en la estantería de Novela Filosófica.

Con el tiempo he llegado a la conclusión de que dos cosas merecen la pena en este mundo: el impulso creativo y el amor, si es que no son la misma. Modelar, inventar, llevar a cabo un plan, esa intencionalidad de crear. Ambas requieren una fuerza que no procede de la voluntad, una fuerza que no se construye con empeño intelectual porque es algo material, que sale del cuerpo, que se produce en el cuerpo. Será el aire oxigenando las células, los fotones atravesando la piel, el empuje de los músculos, yo qué sé.

'El sótano', Begoña Huertas. 160 páginas. Anagrama, 2023.

Señales que precederán al fin del mundo. Yuri Herrera.

Más allá de la simbología que pueda tener esta obra fuera de su aparente simplicidad en el argumento, su manera de escribir, extra palabros y jerga, me ha recordado algo a McCarthy. Makina es una chica que busca a su hermano y entretanto, en estos nueve capítulos, como niveles, van pasando cosas. YH escribe poesía, y aunque el significado de muchas palabras se me escapa y no puedes parar a buscarlo, te llega un no sé qué espartano, duro y profundo sobre la inmigración y un submundo de crudeza. Toda una experiencia donde la forma lo es todo, porque ¿no es esta historia una y otra vez? Sin la forma ¿qué nos queda?


Nosotros los oscuros, los chaparros, los grasientos, los mustios, los obesos, los anémicos. Nosotros, los bárbaros.

'Señales que precederán al fin del mundo', Yuri Herrera. 128 páginas. Periférica, 2010.

Relatos. Deborah Eisenberg

Que no hayan traducido, hasta ahora, a Deborah Eisenberg ni sus cuentos es uno de esos fenómenos inexplicables con la fiebre de publicación de trillones de títulos redundantes y olvidables. Las historias de Deborah Eisenberg, [notar que es una The Very Best Of Vol.1 de Chai](que hace gala del tiempo que se toma para escribirlas, tal vez una al año, desde que empezó a escribir, cuando dejó de fumar cuando descubrió que su no-marido tenía asma) no tienen clímax, van de un lado para otro empezando desde la mitad de algo, te falta esa sensación redondeada que buscan los cuentos clásicos o de taller literario y tienen una extraña capacidad para hacer tangible lo intangible, para visibilizar como si fuera el humo que hace visible un rayo láser. Todo lo que contienen aún así es paradójicamente invisible, detrás del ruido de lo que dicen sus personajes hay una complejidad que te muestra a través de esas pistas de lo intangible. Las he disfrutado un montón, con titulazos: 'Transacciones en una moneda extranjera', 'Bajo la 82da división aerotransportada', 'La chica que dejó un calcetín tirado en el suelo', 'Otro Otto, un Otto mejor'. Por suerte aún queda otro volumen, 'La venganza de los dinosaurios'.

Caitlin tal vez dispuso de demasiado tiempo para ver el truco: esa especie de ilusión óptica que, en total, había tardado veinte años en completarse.

'Relatos', Deborah Eisenberg. Trad. Federico Falco. 236 páginas. Chai Editora, 2022.

21 de abril de 2024

Les chambres rouges. Pascal Plante. 2023.

 





La he visto en dos partes. La primera con el poke de salmón de Mercadona. El pequeño ha decidido terminar su siesta y aunque he intentado dormirlo sin éxito, he decidido seguir de noche. Ahora mientras duerme ha terminado la película. Todo apagado excepto la pantalla del móvil (la ve visto en la tele).  No me puedo mover del sofá. Uff. Cena ramen de sobre con un poco de acelgas flotando. Vaya tela. Sí es hermana de Demonlover. Voy a leer reseñas y reseñas de esta peli. Shock.

17 de abril de 2024

No llegamos a final de mes

Ahí va delante de mí
abriendo pestañas.
Se asoma a los libros que no puedo comprar.
A veces es una coca-cola redbull
o una hamburguesa de
ahora, uno treinta.
Es dejar de estar al sol,
entrar en un sitio y sacar la tarjeta
para quitar ese sabor que tiene tu boca.
Luego aún sobra y lo tiras
a la papelera cercana
que aguanta estoica y agradecida.
El libro se queda sin leer
hasta un cambio de dueño
y andas empachado
con un bocado de nada.